Los viejitos eran muy felices con eso. Iniciaron a recordar sus aventuras desde su infancia el viejito recordó que cuando era niño su papá era campesino y él le enseñó a sembrar en el campo además su papá trabajaba en un rancho y convivía mucho con los animales, las flores y las plantas y ahí le empezó a enseñar todo eso. Él platicaba que su mamá era muy buena cocinera y le preparaba unos platillos exquisitos. Era muy feliz pues tenía un lugar muy grande donde jugar.
La viejita al igual que él era de sangre de campesinos y a ella desde que era niña le gustaba cocinar, cuidar a las flores y a los animales.
En el rancho los papás de los viejitos trabajan juntos y fue donde se conocieron, todavía eran unos niños pero desde pequeños eran felices juntos. Hasta que un día su mamá del viejito se enfermó de tuberculosis y se murió de forma casi instantánea, él para ocultar su dolor se volvió muy callado y ya no era tan expresivo.
Un mes después su papá de él murió de tristeza y los papás de la viejita decidieron que se fuera a vivir con ellos porque él se había quedado totalmente solo. Fue ahí donde iniciaron a convivir más juntos. Cuando cumplieron 15 años los dos se fueron a trabajar porque sus papás se enfermaron gravemente. Desgraciadamente su papá de ella murió primero y después su mamá.
Ellos ahora estaban solos y trabajaban en una hacienda, después se casaron y desde ahí están juntos, tuvieron una hija llamada Azucena y un hijo llamado Gerardo. Cuando crecieron los niños entraron a la preparatoria y decidieron alejarse de ellos porque se avergonzaban de sus padres por lo que eran, campesinos, se fueron a la Ciudad. Obviamente se quedaron ellos viviendo en una choza humilde en la que empezaron a trabajar mucho y lograron hacer un vivero que después había en todos los pueblos, se hicieron ricos pero sus hijos jamás regresaron a lado de ellos.
Por: Melisa García Elizarrarás.
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